Calle de encuentros

 

La mujer acaba de recibir un recado de parte un hombre. Ahora se va hacia el fondo de la escena, por el callejón.  Llegará hasta la esquina y doblará a la derecha directo hacia su casa. Allá la espera su hermano. Para él es el mensaje.

El hombre, quien prefirió no aparecer en la escena para cubrir su identidad, le dice a ella que por favor guarde mucha discreción. Además, que no le haga esos favores al hermano que puede terminar involucrada. Así él esté como esté, debe hacer acto de presencia. Él es el responsable del trabajo. Le guiña el ojo. De todas formas ella recibe el sobre. Y marcha hacia su casa. Sabe que lleva algo importante. El hombre que nunca se ve en la escena desaparece sin dar pistas y sin hacer algún ruido significativo. La situación es silenciosa. Solo de vez en cuando se oyen las pisadas de la mujer. Llega a su casa. Su hermano la mira inquisitivo. Está recostado en un sofá. Con la pierna derecha extendida. Está herido y se recupera de su “accidente”. Le extiende la mano esperando recibir lo que le pertenece.

Que seas responsable, que dés la cara, te mandó a decir.

Es peligroso, lo sabes. A ti, en cambio, nunca te hará daño. Le agradas. Una noche de estas deberías acompañarlo y tratar de resarcir a nuestra familia. Mija, tú eres la esperanza.

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